miércoles, 11 de abril de 2007

Honor a quien honor merece

No hace mucho me sorprendí buscando, por internet, el paradero de uno de mis maestros de la Universidad. Hablar sobre el motivo de mi búsqueda sería intrascendente para muchos, sin embargo, me parece que la reflexión sobre este hecho sí podría ser atractiva y se refiere a la importancia que algunas personas llegan a tener en nuestras vidas.

Dejando a un lado a la gente con la que tuvimos alguna relación sentimental o de profunda amistad, así como a la familia, por nuestro tránsito hemos conocido a individuos que de algún modo han influido en nuestra forma de actuar, de pensar, en fin, de vivir.

Quizá muchos de ellos ni siquiera se imaginan el impacto que nos provocan, ya sea porque los encuentros han sido breves o quizá porque no es algo con lo que nos enfrentamos de manera consciente. Hasta ahora no he conocido a alguien que se proponga cambiar la vida de otro así porque sí. O más bien, no he sabido de alguien que lo reconozca y exprese abiertamente.

El caso es que esas personas están aquí - con nosotros - y sin importar el paso del tiempo o la distancia, sus palabras nos van guiando para bien o... para mal. Y así como ellos (as) nos han dejado huellas, lo más probable es que nosotros también seamos factores de cambio para otros. ¿Lo has pensado?

En lo particular, el imaginar que fui o soy influencia para alguien, me provoca cierto temor, y sólo espero que de ser así, adopten los aspectos positivos ya que de mis defectos preferiría seguir siendo su única dueña.

Pero bueno, para aquellos que desean saber si logré localizar a mi querido profesor, la respuesta es sí. Me enteré que vive en Estados Unidos y el paso siguiente será tratar de contactarlo. Tal vez se acuerde de mi o tal vez no, pero eso no importará porque con esto que estoy escribiendo, compruebo una vez más que su presencia sigue en mi y, debo decirlo, de la mejor manera.

No hay comentarios: