lunes, 28 de julio de 2008

A falta de inspiración

Se me pidió escribir sobre alguien y por más que lo he intentado, las palabras no fluyen. Tal vez porque tengo mucho que expresar o quizá porque simplemente no hay nada que decir. El caso es que estoy evitando lo que me asignaron y, a pesar de lo que esto pudiera representar, me siento bien. Intuyo que la falta de inspiración es sólo un pretexto para escribir lo que en otro momento no se me hubiera ocurrido. Me explico… Si hubiese acatado mi tarea, seguiría anotando y borrando sin reparo. Las emociones y sentimientos hacia esa persona resultan tan contradictorios que, sin duda, mentiría una y otra vez sobre lo que realmente quisiera decir. Ahora bien, como no estoy escribiendo lo que me solicitaron, la actividad es más llevadera y placentera. Esto es lo que pasa cuando mis manos relacionan letras y aprietan el teclado de una computadora: el tema aparece y no importa si es de interés o no, lo es para mí y eso es lo que cuenta. Eso cuando el asunto es así de simple y no requiere de mayor compromiso emocional; de otro modo, la situación exige un proceso poco más elaborado. No en cuanto a la forma, el “estilo” es el mismo, sino en saber distinguir qué es lo que conviene o no plasmar, saber si la palabra es la precisa a esa descripción, es decir, dedicar lo necesario a lo que se está entretejiendo.

Y aunque mi atención, por ahora recae en este texto, sé que debo hacer lo que se me encargó. Es posible que una vez “tomado el toro por los cuernos”, como dicen por ahí, las palabras se liberen y encuentren su sitio en este pedazo de hoja ficticia. O es probable que mis sentimientos no permitan que salga lo que se supone debe salir. Lo que sí tengo claro es que por ningún motivo permitiré que mi desahogo estropee mi gusto por escribir, el único que ha permanecido más allá de mis múltiples deseos por abandonarlo.

Curiosamente se me acaba de ocurrir una entrada para ese otro asunto, por lo que una vez compruebo que lo maravilloso de esto, es que aún en el laberinto del pensamiento y de las palabras, surge la forma para hacer lo que se consideró que no se lograría.

1 comentario:

Victor PE dijo...

Dices que no te olvidas no pierdes gusto por escribir?

Que bueno que así sea, cuando lo haces, no ideas quien lo recibe, observa o influye.

Algunos receptores son entidades como tu y yo que en ocasiones la hipersensibilidad ahoga algunas luces y matices de raciocinio, es cuando llegan tus letras libres como maderos al náufrago.

Gracias por escribir y reescribir-