jueves, 23 de febrero de 2012

A la deriva...

Tarde o temprano pasaría. Quizá más temprano que tarde o quizá al revés, el asunto es que la inevitable predicción se concretaba. Al principio el anuncio le provocó una risa incontrolable. ¿Nervios?, ¿miedo?, ¿incredulidad? Sólo él sabía que pasaba por su mente, cuando le sentenciaron la aparición de una tercera ala.
¡Eso es imposible! ¿En qué parte de su cuerpo le aparecería? ¿Sería parte de las que ya tenía? ¿Qué cosa monstruosa sería esa ala número tres? Luego de una serie de pensamientos de todo tipo, al afectado le pareció importante echar al baúl del olvido aquél rarísimo augurio. Después de todo pudo haber sido tan
solo una mala broma, infantil y absurda… ¿Otra ala? ¿Con qué objetivo? ¡No se diga más! no pensar más, no pensar ni-un-minuto-más, no valía la pena… Pero como suele pasar en esta vida – donde el futuro nos alcanza sin tregua-, la temible ala apareció en un resquicio de su triste figura… Moraleja: si les dicen que van a volar ¡hagan caso! ;)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Inmóvil

Y en medio de la calle una ¡tortuga gigante! Nadie lo podía creer. Sus cortas patas salían de ese árido caparazón. Inmóvil como pieza de museo, el enorme visitante arrancaba gestos y expresiones de admiración. ¿Qué hacía esa cosa ahí en medio de la avenida? ¿Quién la habría llevado hasta ese sitio? ¿De dónde se habría escapado? Las preguntas de los curiosos en el aire y el animal, ajeno a las interrogantes. El tiempo, siempre implacable, avanzaba, y la gente poco a poco se alejaba de tan extraño invasor. La tortuga quieta, permanecía intacta a las miradas y pensamientos de los colonos que llegaban, rumoraban y se iban. Ante la falta de respuestas, al final la tortuga se convirtió en un objeto más de la gran ciudad…

martes, 21 de febrero de 2012

Mis frases II

La que me da terror porque uno nunca sabe:
“Déjalo ir, si regresa es que es tuyo; si no, nunca lo fue”.
La que me hizo decir “pooooobre”:
“Algún día caerás”.
La que digo cuando estoy muy contenta:

“Feliz como una lombriz”.
La que me parece contundente:

“El que busca encuentra”.
La que le dije a mi hermano en un ataque de rabia y que jamás supimos que significó:

“Tienes cara de chalata”.

El reto

Lo difícil es empezar. Soltar las ideas como si fueran
caballos desbocados, buscando la libertad. A lo mejor no hay nada importante
qué decir, a lo mejor ni siquiera se cree que es relevante comenzar pero la
semilla está ahí y no se puede ignorar. Veamos… esto de escribir es catártico,
emocionante, inesperado, a veces inútil, a veces lo máximo, pero siempre,
siempre complicado.
Justo ahora siento que las palabras van y vienen en mi cabeza
y que quisiera atraparlas para plasmarlas en este texto. Pero a la vez siento
que no tienen dirección, ni rumbo y por ende no vale la pena dedicar mi tiempo
a este ejercicio. Sin embargo, hay algo que me motiva, que me lleva a
continuar. ¿Qué es? Lo más sensato que puedo decir es que se trata de descubrir
si seré capaz de seguir con este intento, con este sueño que he perseguido por
años y que en el camino llega a desvanecerse. Es cierto, no del todo lo pierdo
pero hay momentos en los que no tengo la suficiente fuerza para siquiera pensar
cuánto me gustaría convertirme en toda una escritora. Debo confesar que mi
interés va enfocado a la posibilidad de saber expresar mis ideas, y de que
alguien se identifique con ellas, más que por un asunto de fama o recompensa. Por
supuesto no estoy peleada con ello pero no me aflige saber que quizá no habrá
reconocimientos ni tesoros. Yo lo único que deseo es poder sentarme a escribir
y que quien lea ese resultado encuentre un algo. El reto está hecho, el camino
será como yo misma querré que sea (feliz, dramático, fluido, tortuoso…). La
consecuencia la veremos en un futuro.