miércoles, 22 de febrero de 2012

Inmóvil

Y en medio de la calle una ¡tortuga gigante! Nadie lo podía creer. Sus cortas patas salían de ese árido caparazón. Inmóvil como pieza de museo, el enorme visitante arrancaba gestos y expresiones de admiración. ¿Qué hacía esa cosa ahí en medio de la avenida? ¿Quién la habría llevado hasta ese sitio? ¿De dónde se habría escapado? Las preguntas de los curiosos en el aire y el animal, ajeno a las interrogantes. El tiempo, siempre implacable, avanzaba, y la gente poco a poco se alejaba de tan extraño invasor. La tortuga quieta, permanecía intacta a las miradas y pensamientos de los colonos que llegaban, rumoraban y se iban. Ante la falta de respuestas, al final la tortuga se convirtió en un objeto más de la gran ciudad…

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